Los desplazamientos laborales —ya sean in itinere (de casa al trabajo y viceversa) o en misión (realizados durante la jornada laboral)— representan uno de los principales focos de riesgo para las empresas. No solo por el impacto humano de un siniestro vial laboral, sino también por sus consecuencias económicas, legales y organizativas.

Muchas empresas asumen las multas de tráfico como un coste inevitable de su actividad diaria. Sin embargo, esta percepción parte de una idea equivocada: las empresas no son, por norma general, las responsables de las infracciones de tráfico.

Seguramente uno de los problemas principales del relevante rechazo que está sufriendo la obligatoriedad de ser propietario de una baliza V16 a partir del próximo 1 de enero viene por la falta de información y concienciación que se ha ofrecido sobre la misma.

El periodo navideño es uno de los momentos del año con más desplazamientos por carretera. Miles de personas se mueven para reunirse con la familia, disfrutar de días festivos o iniciar sus vacaciones, lo que provoca un incremento significativo del tráfico y, con ello, un riesgo mayor de sufrir un accidente.

Cuando dejamos nuestro vehículo en un taller, confiamos en que el servicio será profesional, honesto y conforme al presupuesto pactado. Sin embargo, no siempre ocurre así: reparaciones defectuosas, precios inflados o retrasos injustificados son más comunes de lo que parece.

La seguridad vial laboral se ha convertido en un pilar fundamental dentro de las políticas de prevención de las empresas. Cada año, miles de accidentes laborales están relacionados con la conducción, tanto en desplazamientos “in itinere” (de casa al trabajo) como “en misión” (durante la jornada laboral). Por ello, sensibilizar a los empleados sobre los riesgos viales no solo salva vidas, sino que también mejora la productividad, reduce costes y refuerza la responsabilidad social corporativa de la organización.